(foto de lluís de la presa)
Otoño malva
(Para mi Lola Crespo)
Acude malva el otoño
de sus manos,
abriendo mil ventanas en las acerolas.
De los enrejados cuelgan
jirones de esperanzas enredadas,
lilas, azules, rojas...
sobre las que se posan, de tanto en tanto, las libélulas verdes.
Las avenidas se inundan de medusas,
los aguaceros se preñan de palabras.
Mil bicicletas danzan ante sus pupilas
que sin miedo se atreven a batirse con las olas
buscando todas esas fronteras
que se ensanchan.
Las ventanas despiertan
cuando su ojo las mira.
Las paredes sonríen y le ofrecen sus sueños,
los peces se arremolinan, inquietos o voraces,
los zapatos descansan.
(Para mi Lola Crespo)
Acude malva el otoño
de sus manos,
abriendo mil ventanas en las acerolas.
De los enrejados cuelgan
jirones de esperanzas enredadas,
lilas, azules, rojas...
sobre las que se posan, de tanto en tanto, las libélulas verdes.
Las avenidas se inundan de medusas,
los aguaceros se preñan de palabras.
Mil bicicletas danzan ante sus pupilas
que sin miedo se atreven a batirse con las olas
buscando todas esas fronteras
que se ensanchan.
Las ventanas despiertan
cuando su ojo las mira.
Las paredes sonríen y le ofrecen sus sueños,
los peces se arremolinan, inquietos o voraces,
los zapatos descansan.
Qué gusto, después de toda esta danza de color, de todo este itinerario de sensibilidad, de amistad, de cariño, de lirismo, de malva para las estaciones, de imágenes que no necesitan epítetos... qué gusto -digo-encontrar al final de todos esos reflejos, de toda esta vidriera de vida... descanso en los zapatos, probablemente medio dormidos, acomodados, a la paridad impar de cualquier esquina o de cualquier escalón.
ResponderEliminarUn abrazo, de otoño a otoño.
Mil gracias malvas