miedo otoñal
Manifestación pro-amnistía en Barcelona
Manel Armengol, 1976.
Leo en estos días noticias con menos intensidad que en los pasados. Pienso que mi estado febril y mi malestar son señales de hartazgo con las que
mi cuerpo me indica que no puede más. Esta gripe otoñal es también un síntoma
de saturación. El tiempo que he dedicado al autocuidado me ha posibilitado detenerme a observar mi propia mirada. Y mi mirada
está, como la de tantos otros en estos momentos, tintada por un poderoso miedo
interno.
Y me da miedo ver cómo a mi alrededor alguna gente cercana, yo
misma quizá también, empieza a encontrar maneras de callarse por miedo, empieza
a comportarse de determinadas maneras por miedo, a optar por determinadas actitudes
o a tomar decisiones, a acatar y tragar y aceptar consignas absurdas e indignantes por
miedo, a articular rocambolescas ideaciones sobre lo que hay, a refugiarse en evanescentes ámbitos que en realidad no comprometen a nada por miedo.
A mirar hacia otro lado por miedo. Me viene a la memoria la expresión ovina de los ojos de un conocido mío hace
unos días en una conversación sobre lo que está sucediendo. Él, en su ámbito
laboral, obediente, sumiso y complaciente con la autoridad de un modo que produce
vergüenza ajena, me miró desde un lugar interno adormecido, y su mirada me
produjo escalofríos porque tuve la sensación de estar hablando con un paciente lobotomizado
mientras articulaba la pregunta: ¿y qué es lo que yo puedo hacer? Nada, es verdad,
no podemos hacer nada. No pude responder otra cosa. A lo peor nunca hemos podido hacer nada. Sólo que ahora parece que los velos rosas que enmascaraban la realidad de este país se están rasgando.
Empiezo a reconocer también las maniobras oportunistas de
los que son siempre capaces de pescar en cualquier río revuelto, de descansar
siempre debajo de las mejores sombras (probablemente
también compensan con astucia su propio miedo), y más si los soles son tan negros
como los que anochecen en este país que empieza a necesitar para narrarse los
códigos de las pesadillas… Me da miedo, esto también, ser consciente de lo mal que se me da pescar... (Continuará,
quizá)
http://www.huffingtonpost.es/pablo-prieto/has-probado-a-vivir-sin-m_b_1929414.html?utm_hp_ref=fb&src=sp&comm_ref=false
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