porque la lluvia siempre sucede en el pasado...



 Y al final, un epílogo o una promesa (Ruidos. Silencio. Ruidos) , p. 73-74


Escribir esculpir excretar exorcizar escupir esperanzas estulticias ancladas en los tuétanos mohosos de andamiajes raídos por la rabia la alegría pres­crita y el tedio y las penas no lloradas ni gemidas ni gritadas ni mordidas ni bailadas las penas penitas penas que una se inventa o que otros se in­ventan o las que se cuelan inevitables por las grietas escribir morder gritar gritar escribir majar gritar zapatear sobre las teclas llorando a lágrima viva o muriéndose de risa por algo escandalosamente ridículo que mana para desaparecer en forma de verso líquido que se cuela espiraleando por el sifón del lavabo del alma para perderse en las cloacas de la desmemoria para siempre jamás amén amén de escribir jubilosamente dejando que la mano ame mime las grafías locas que se juntan mayormente sin sentido para alcanzar lo indecible a partir de las metáforas que invaden los paisajes soleados de la memoria en el cajón de los amaneceres junto a cuerpos que vibran y tintinean con la vida sin preguntas y se acoplan a mi cuerpo y a otros cuerpos y se abrazan y se miran con los ojos limpios y se reconocen sin promesas sin mañanas ni ayeres escribir a mandíbula batiente danzar riendo como una loca peonza alrededor de versos sinsentido exhibir los dientes escribir riéndome a lágrima viva cascabeleando como un bufón loco por los pasillos de todos los castillos y desgañitarse a carcajada sucia contra todos los reyezuelos que se arrastran por los húmedos aposentos de rancios abolengos escribir y bailar en corro con los fantasmas del cas­tillo escribir y hacer un conjuro conminar a las brujas a que inserten en las eñes sus patas de araña y pieles de salamandras sigilosas y cuezan en sus marmitas con los versos una buena bazofia de relatos hueros hasta que fluyan sacrílegos conjuros en desenfrenadas noches de Walpurgis para que todo lo falso o lo verdadero se vaya a pasear con el diablo por los jardines del paraíso plagado de aburridas serpientes sin adanes a los que seducir escribir y sacarme la lengua a mí misma a ti mismo a todos los sí mismos de otros mismos de lo mismo de la manoseada imagen de relucientes con­tornos y rancias entrañas destrozar el reflejo que sonríe necio dentro de los ripios manidos para que los simulacros dancen fuera de los espejos escribir no parando mientes en lo sacro y lo profano escribir alcanzando con la sa­liva a los que prescriben lo que puede decirse y versarse y alcanzarles con un bofetón de signos a los que se conforman imitan o roban o se contentan con las palabras trilladas ajadas bienolientes para subir a los púlpitos o al pódium donde se reparten los hediondos laureles henchidos de glorias putrefactas escandalizar con lo inefable aullar afable lo concreto buscar escribir lo banal rondar lo que no puede ser haciendo luz sobre lo que al final podría quizá o no puede ser nombrado o tal vez
escribir como quien mira y calla
escribir como quien ama
escribir como quien vuela
escribir como quien baila desquiciada por un eclipse lunar en medio de una noche africana
escribir amar escribir callar escribir callar ¿escribir?

(Sevilla, junio de 2009)

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