Nelly Sachs

 
El luminoso negro de tus ojos
penetra en un abismo de humo, polvo y gritos
que reverberan sordos desde el comienzo de los tiempos.
Los blancos ángeles de tu negrura.
Tus manos de arena
amasan las palabras
mientras acunan a la madre amada,
y tu amante se marchita y resucita
más allá de las fronteras.
Es invierno en Estocolmo.
En la cocina de tu soledad espesa,
una ventana.
Tus estrellas contemplan con piedad una tierra sorda y ciega 
y tus pupilas escuchan el lenguaje de las piedras.

Las huellas se aventuran
en pos de esa llama que quizá anida
en la innombrable sima de todas las heridas.
(septiembre, 2010)
(Editado en Sevilla, 2011)

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