Gracias, Wislawa Szymborska
Entre tanta cansina noticia sobre fraudes, robos, desahucios, mentiras,
recortes, limitaciones, engaños, mezquindades, manipulaciones, tergiversaciones del presente y del pasado, amenazantes futuros y otras mil historias y acciones de ese
tipo, llega la noticia de la muerte de Wilslawa Szymborska. Pocas veces me ha
entristecido tanto el fallecimiento de alguien que no conozco sino por su obra. He apagado hasta el ordenador porque me daba
un cierto vértigo ver cómo se empezaban a multiplicar los mensajes en los que
se daba una y otra vez la triste noticia. Y he sabido después porqué me
afectaba tanto. Cada verso de Wislawa derriba una frontera que nos impedía
avistar parajes nuevos, cada uno de sus
poemas nos invita a habitar nuevos mundos, reales, increíblemente reales, que sólo
una inmensa sabiduría como la suya sería capaz de descubrir a través de la
escritura poética. Una escritura en la que la ternura se conjuga con la ironía
de la inteligencia, de la lucidez de una mujer que “ve” de verdad, y que, a
pesar de eso, o justo por eso mismo, ama y nos otorga un mundo haciéndose
perpetuamente, más allá de nuestras limitadas orejeras. Después una ya no es la
misma. No sé a dónde irá ahora. Pero si sé, porque lo he vivido, que su
palabra, que un día llegó hasta mi pequeño y limitado mundo a través de la generosidad
de otro ser humano inmenso, no ha hecho más que pasar de mano en mano, de boca
en boca, de corazón a corazón… Ser capaz de producir una cadena de amor imparable,
eso sí que es grandeza.
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