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Foto: Anuchit Sundarakit

Todos los días, la gente sigue señales que apuntan a algún sitio que no es su hogar, sino a un destino elegido. Señales carreteras, señales de embarque en algún aeropuerto, avisos en las terminales. Algunos hacen sus viajes por placer, otros por negocios, muchos motivados por la pérdida o la desesperación. Al llegar, terminan por darse cuenta que no están en el sitio indicado por la señales que siguieron. Donde se encuentran tiene la latitud, la longitud, el tiempo local y la moneda correctos, y no obstante no tiene la gravedad específica del destino que escogieron.
Se hallan junto al lugar al que escogieron llegar. La distancia que los separa de éste es incalculable. Puede ser únicamente la anchura de un vía pública, puede estar a un mundo de distancia. El sitio ha perdido lo que lo convertía en un destino. Ha perdido su territorio de experiencia.
Algunas veces algunos cuántos de estos viajeros emprenden un viaje privado y hallan el lugar que anhelaban alcanzar, que a veces es más rudo de lo que imaginaban, aunque lo descubren con alivio sin límites. Muchos nunca lo logran. Aceptan los signos que siguieron y es como si no viajaran, como si se quedaran siempre donde ya estaban.
(John Berger)

Comentarios

  1. Lo mejor de estas señales que nos llevan a lugares inesperados es la compañía que encontramos en el camino. ¡Millones de gracias por acompañarme en esta andadura! Abrazos. Moreyba

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  2. No puedo estar más de acuerdo contigo, Moreyba...¿Recuerdas eso de que unx quiere a lxs otrxs con todxs a lxs que antes ha querido y que le han querido?? Pues eso, después de este año, una mochila liviana pero llena.. Más abrazos.

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