Recuerdo...







 

Recuerdo que los años después de tu muerte deseé en ocasiones la mía sólo para poder encontrarme contigo en el paraíso. Sentía que el inmenso dolor de la pérdida, ya absolutamente irremediable, punzante, opaco, me había otorgado la grandeza suficiente que permitiera abrir esa puerta vedada por mis impíos actos, por mis airadas palabras. En ocasiones pensaba que tu arrepentimiento y el poder de tus versos ablandarían a los guardianes y les convencerían para que permitiesen reposar nuestros cuerpos engarzados en la eternidad. O que, quizá, tras cerrar los ojos, avistaría otros puentes. Y que podríamos entonces encontrarnos en cualquier otro edén, en compañía de otros dioses, bebiendo el agua de otras fuentes. Que existiría, quizá, un parnaso para los amantes poetas. No fue así. No sé si tú descansas en él. Tal vez las hermosas huríes de grandes ojos han borrado de tu piel el sabor de mi saliva y su perfume solapa el olor de mi sudor. O quizá estés sólo definitivamente muerto. Para siempre. A mí ni siquiera me consumen las eternas llamas por la impiedad. Tampoco he tenido la paz de la eternidad ni el reposo del olvido. En el vacío deambulo sola por los lustros con el único bagaje de mis recuerdos, algunos de nuestros versos y el recurrente anhelo de poder volver a recorrer con mi lengua tu torso, arrepintiéndome, a veces, de no haber pronunciado las palabras que yacían debajo de mi rabia, y sin poder gritar tu nombre a los vientos para que puedan hacerlo llegar al lugar en el que ahora estás. Soy sólo una voz que ya nadie puede oír. Ibn Zaydún. La brisa del olvido no tiene piedad de mí. Hoy decido pararme en nuestras esquinas. E imagino que te escribo, que me escribo.


***


© Miriam Palma, La huella de las ausencias. Un relato sobre Walada.  Córdoba: ediciones El Almendro, 2010.




Comentarios

  1. hola
    Miriam,no dejes de actualizar tu blog ,tu poesia es muy buena.
    Somos seguidores tanto mi mujer como yo
    Estamos peleando con una libreria de Miranda para conseguir el libro la huella de las ahusencias.
    Saludos de dos seguidores de tu ciudad natal que todavia te recuerdan
    Pedro egea y Maria isabel

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