La hora de la poesía (John Berger)




(...)

El lenguaje no nos bendice con la ternura. Todo lo que abraza, lo abraza con exactitud y sin piedad. Incluso en una expresión de cariño la expresión es imparcial; el contexto lo es todo. La bendición del lenguaje es que, potencialmente es completo, tiene la potencialidad de abrazar, de sostener con palabras la totalidad de la experiencia humana. Todo lo que ocurrió y todo lo que pueda ocurrir. Incluso abre un espacio para lo indecible. En este sentido se puede decir que el lenguaje es, potencialmente, la única casa humana, el único lugar para estar que no es hostil al hombre. Para la prosa esta casa es un vasto territorio, un país que se cruza a través de una red de vías, caminos, autopistas; para la poesía está concentrada en un solo centro, en una sola voz.
   Se le puede decir cualquier cosa al lenguaje. Es por esto que es alguien que oye, más cercano que cualquier silencio o cualquier dios. Sin embargo, el hecho de que esté abierto, muchas veces significa indiferencia. (La indiferencia del lenguaje es continuamente solicitada y usada en comunicados, registros legales, archivos.) La poesía se dirige al lenguaje de tal manera como para cortar esta indiferencia y para incitar generosidad. ¿Cómo hace la poesía para provocar esta bondad? ¿Cuál es el trabajo de la poesía?
   Con esto no me refiero al trabajo puesto en escribir un poema, sino al trabajo del mismo poema escrito. Cada poema auténtico contribuye al trabajo de la poesía. Y la tarea de esta incesante labor es la de juntar lo que la vida separó o lo que la violencia destrozó. El dolor físico puede ser reducido o parado generalmente por las acciones. El resto del dolor humano es causado por una u otra forma de separación. Y en este caso los medios para aliviar son menos directos. La poesía no puede reparar ninguna pérdida, pero desafía el espacio que separa. Su incesante trabajo lo que hace es volver a unir lo que fue dispersado.

Oh mi amado
qué dulce es
descender
a bañarme en el lago
delante de tus ojos
dejando que veas cómo
mi mojado vestido de lino
se casa
con la belleza de mi cuerpo.
Vamos, mirame


--Poema inscripto en una estatua egipcia, 1500 a.C.-

         (...)

                                                                       Traductor: Tom Maver 

http://hastadondellegalavoz.blogspot.com.es/2011/11/john-berger-la-hora-de-la-poesia.html

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