alicia ya o ya no

25 de febrero

Anoche a eso de las diez y a mis espaldas, la sonrisa del gato de Cheshire estaba suspendida en medio del cielo de la calle Relator. En mi casa esperaba una gata sin sonrisa.


26 de febrero

Anoche, la sonrisa del gato de Cheshire no estaba suspendida en medio del cielo de la calle Relator. Y eso que volví unas cuentas veces la cabeza entre las diez y cinco y las diez y diez para cerciorarme. En mi casa seguía esperando una gata, con una no sonrisa. Alicia sigue sin vivir ahí.

27 de febrero

Hoy he llegado antes a mi casa. No eran las diez. Bajo la lluvia se me ocurrían tonterías como que eran pequeñas sonrisas del gato de Cheshire las que golpeaban sobre un paraguas la mar de cursi que me he comprado. Una cursilada muy apropiada para el paraguas, por cierto. Lila, por lo demás. No la cursilada, el paraguas. Esas cosas también pasan cuando llueve. Una se pone cursi. Cuando he llegado a casa me esperaba una no sonrisa. No había gata. Llovía. Eso era bastante evidente.



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