Consentir

Estoy leyendo cosas acerca del "consentimiento" en las noticias sobre el caso de San Fermín. Creo que a muchas mujeres (y a muchos hombres) nos toca profundamente ese tema de estos días. Y provoca reflexiones a diferentes niveles.
Aquí va un apunte. Es algo adyacente que ha surgido pensando en ello. No pretendo comparar. Ni decir nada sobre el caso. Pero hay algo estructural en común entre ambas realidades.
Llevo viviendo aquí hace ya muchos años. Tantos que ahora ya no soy tan piropeable. Los años no perdonan para eso. Hay un momento en el que las mujeres vamos entrando en un terreno cada vez más neblinoso, nos vamos haciendo invisibles. Desde lo decretado por la mirada masculina. Por cierta mirada masculina, precisaría. Lo que, por otro lado, también significa que nos dan menos el coñazo, la verdad. Pues bien, o no me había ocurrido antes de ese modo (porque conciencia de la respulsa que me produce la he tenido siempre) o no estaba muy acostumbrada a que los hombres lanzaran sus dictámenes sobre mi cuerpo y su belleza o deseabilidad o violabilidad por la calle o en otros ámbitos. Y no es que viniera de paraísos en este sentido, ni mucho menos.
Tendría mil anécdotas que contar al respeto. Algunas hasta tienen gracia. En ocasiones, muchas, los hombres reaccionaban con violencia cuando los confrontaba. Yo siempre los confrontaba. Desarrollé finalmente hasta técnicas dignas de clown. Recuerdo una vez que tuve que echarme a correr para evitar la violencia que se desató en el expiropeador herido en su hombría y muchas otras en las que una se transformaba de follable en fea en un plis plas.
La rabia y la indignación por estos asuntos no se me han templado. Mi fiera, mi discernimiento, mi lucidez, mi capacidad emocional para distinguir lo que deseo de lo que no y mi sentido de la dignidad siguen vivas. Yo creo que cada vez más. Menos mal. Pero con los años he ido entendiendo que hay algunas batallas que una no puede ganar sola. A veces, sólo a veces, con modos "light" y personas que, evidentemente, no tienen ganas de entender, decido callarme. No siempre. Personalmente no deseo cambiar a nadie. Ya no. Eso desgasta y no es mi tarea. Y esto no es consentir. Ni significa que no perciba ni que me guste que alguien decida lo visible sexualmente o no que soy. O que no me importe.
Tengo la sensación de que cada vez soy más humana a medida que envejezco. Que, por cierto, es un proceso de lo más interesante. Ser humana y hacerse vieja. Y, por eso, cada vez soy más feminista. Invito desde aquí a los hombres a asomarse a los feminismos. A veces transformarse duele. Claro. Nos pasa a todas.


Comentarios

  1. ¡Qué bueno! "Ser humana y hacerse vieja" Siento lo mismo sobre el tema, pero aún hay algo que me ha indignado siempre más, cuando ha sido una jueza la que ha inculpado a la chica por ir "provocando" y cómo se está repitiendo como argumento.

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