La luz y su velocidad

Compro en un comercio de mi barrio y, como es normal, me doy cuenta de que no llevo dinero suficiente. No es problema, pago con tarjeta de crédito. La chica la coloca encima de la máquina y en un nanosegundo está lista la operación. Pienso en alto: “joder, si encontráramos mecanismos tan eficaces para arreglar con esa celeridad y de modo tan operativo las cuestiones políticas". La chica me mira y me sonríe. Pero no dice nada. Salgo a la calle pensando en nuestra admirable capacidad para encontrar soluciones técnicas que aceleren y hagan fáciles las transacciones económicas. Ahí casi nos movemos a la velocidad de la luz. La sed humana de conocimiento no tiene límites. Pienso en los viernes consagrados a decretar. Sigo con mis pajaradas disfrutando de esta mañana preciosa, buscando un sitio para tomar un café. Creo que es obvio que lo necesito. Veo muchas banderas en las fachadas. Los chinos están haciendo el octubre que es agosto. El cambio climático está disolviendo algunas lindes que creíamos inmutables. Pero en los escaparates llegó el otoño hace un par de meses. Pienso en el capital y la fluidez de las fronteras. Y en los mecanismos humanos para abordar problemas. Quizá haya que complejizar algunas cosas para coger el dinero y correr y correr. Yo ya no sé.

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