Eran tristes los tangos


Eran tristes los tangos,
era triste tu calle en las tardes de invierno
y se torció mi cuerpo como un trapo arrugado,
cuando te dije adiós y era para siempre.
Yo, que te quise tanto, que hubiera permitido
que minaras mis sueños con todo tu desprecio,
incluso que me amaras solamente a ratitos.

Pero para tu hambre no bastan mis entrañas.

Hoy también suena un tango y sigo aquí tapiando
mis huecos con mentiras. El odio no me basta,
ni siquiera el olvido te ha dejado más lejos.

Bastan solo las notas acuosas de un piano
o tu  olor impregnado en las cosas más tristes.

Dedico el desamparo en cada amanecer,
a vendar estos huesos que tú vapuleaste.
Las llagas no se cierran, no las mitiga el tiempo.
La intemperie es la patria de los abandonados.




                   Rocío Hernández Triano, Viento de cuchillos




Comentarios

Entradas populares