Viaje a Rügen 2
Al final de la pasarela de madera que se adentra en el mar hay dos
embarcaderos en los que se agrupan pájaros de diversas especies. Quería
hacer una foto para una amiga. Y justo cuando me disponía a disparar, un
hombre se ha colocado a medio metro delante de mí y se ha puesto a su
vez a fotografiar impidiendo que yo lo hiciera. He esperado. Como no se
iba y su entusiasmo se acrecentaba haciendo fotos a diestro y siniestro,
le he dicho que estaba ahí antes de que él viniera y que
me gustaría sacar la foto. El hombre, manifiestamente airado, me ha
soltado una corta pero contundente arenga en tono elevado y con
un lenguaje corporal desagradable y agresivo sobre cómo se hacen las
cosas en Alemania. A mí me ha entrado un ataque de orgullo español y
transformada en fama cabreada, pero manteniendo la calma, he sacado un
pañuelo del bolso, me lo he colocado en la cabeza y le he contestado que
en Turquía solemos ver al que está a medio metro y que tenemos la
costumbre de pedir disculpas cuando sucede algo así y punto y pelota. Lo
de punto y pelota me ha costado decirlo. La verdad. He empezado a
desandar la pasarela con el ánimo ensombrecido. La ira ha hecho un
agujero en la inmensidad y mi cabeza ha empezado a pensar burradas
políticamente incorrectas como la suerte que hemos tenido de que el
pintor frustrado no pudiese dibujar su reino soñado con cretinos de ese
tipo. Y cosas peores. Y lo entristecida que debe de estar la
sirenita en Copenhague mirando el mar. Pero no he venido aquí a esto.
He pensado. Así que me he sentado como a la mitad de la pasarela y me he
pedido un café. Me he propuesto aliviar la desazón de mi pecho
agujereado con un poco de amor reikiano. Y hasta le he mandado un poco
al nota. Aunque me ha costado. También la verdad. Evidentemente hubiera
necesitado una sesión más larga porque al rato le he visto acercarse y
ajustándome el velo casi me pongo a hacer saliva en la boca para echarla
en el azucarillo mirándole a los ojos justo cuando pasara. No lo he
hecho. Él no sabe qué es un cronopio. Yo seguía aún bastante fama
cabreada y la acción no hubiera ayudado en nada a solucionar nuestro
desencuentro intercultural. He vuelto por la playa al hotel un poco
triste. Muchas personas sonreían al pasar. El paraíso sigue siendo un
tema recurrente en este viaje.
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