Viaje a Rügen 1

9 de septiembre

A mi bicicleta y a mí nos acaban de echar fuera de la sala de espera de una estación de autobuses. Por altavoces y todo. En alemán impone bastante. Me he sentido tristedivertida como un cronopio. Mi bicicleta anuncia revoluciones.


Tras más de seis horas de autobús llegamos mi bicicleta y yo a Sellin, en Rügen, una isla del Báltico. El conductor era amable y dicharachero. Supongo que el universo conserva el equilibrio a su manera. Durante el trayecto el paisaje no ofrecía demasiadas sorpresas. Pero he descubierto que hay algunos molinos que tienen una forma especialmente elegante de girar sus aspas. El de la foto era como el señor de los vientos de su parque eólico. La bicicleta ha llegado un poco mareada. Más que nada de elucubrar modos de hacer revoluciones, imagino. Aquí son bienvenidas las bicis. Podrá relajarse y poner en orden sus estrategias. Yo me siento cronopia extremadamente contenta. Es difícil utilizar esa palabra en estos días tan malos para la lírica y el mar sin parecer insensible, inoportuna o frívola cuando menos, pero lo cierto es que se nos ha metido dentro toda esta inmensidad...





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